domingo, 9 de febrero de 2014

En plenos juegos olímpicos de Sochi...

...veo el documental sobre la detención, juicio y sentencia de tres componentes del colectivo Pussy Riot.



Las cuales Pussy Riot, que se formaron cuando Putin anunció en 2011 su decisión de volverse a presentar a las elecciones a presidente de Rusia, no son tanto una banda punk como un grupo de activistas políticas que utilizan la performance como método de protesta. La ya famosa "plegaria punk" en la catedral ortodoxa (que las fuerzas del orden dejaron en intento), con su letra feminista ("la Virgen también se hubiera rebelado") y su estribillo "Es la mierda de Dios" para referirse a la estrecha relación entre iglesia y estado en el régimen de Putin, fue la que provocó su detención y prisión (una de ellas, Katia, consiguió su libertad tras la apelación alegando que no tuvo tiempo siquiera de colgarse la guitarra).



No era, ni mucho menos, su primera performance: hubo otras con anterioridad, como aquella en la Plaza Roja al grito de "Putin se ha cagado de miedo".



Además de narrar la evolución desde la acción en la catedral y la detención hasta la sentencia y apelación, el documental muestra a familiares suyos contando un poco sus historias. Katia era una artista interesada en el feminismo; Masha, una fan de las Spice Girls (y, en concreto, de la futura Victoria Beckham) con un fuerte sentido de la justicia; Nadia, la del niki de "No pasarán"...


...era artista de performance con un colectivo llamado Voina, donde también estaba Katia y el marido de Nadia, y entre sus acciones se encontraban una que consistía en besar en los labios a mujeres policías, y otra que consistía en practicar el sexo desnudos en un museo de biología: ella estaba embarazada de ocho meses entonces. Por cierto, el estribillo blasfemo de la plegaria punk fue idea del padre de Nadia.

También muestra el documental las reacciones: en su favor, las de Madonna y Yoko Ono, además de manifestantes pidiendo en Moscú la libertad de las Pussy Riot; en su contra, la de los ortodoxos practicantes, especialmente un grupo ultra del que la madre de Masha recibió amenazas, y también la de ciertos liberales que sostenían que ellas hacían un flaco favor a su causa.

E incluso nos cuenta la historia de la catedral ortodoxa, destruida y convertida en piscina pública tras la revolución rusa y reconstruida tras la caída del comunismo.

La historia continúa más allá del final del documental y la sentencia suspendida de Katia. A finales del año pasado, Masha y Nadia son liberadas, beneficiadas por una amnistía (el régimen tenía que lavarse la cara antes de los juegos olímpicos). Aparecen este mes (dando un discurso, no cantando) en un concierto de Amnistía Internacional en Nueva York, y el resto del colectivo Pussy Riot, molestas al pensar que esa aparición contraviene la filosofía del grupo (para empezar, el concierto de Nueva York era de pago), las expulsan. Katia, por lo visto, continúa en Pussy Riot.

El documental lo están poniendo actualmente en cines. Está muy bien. Incluso lo preseleccionaron para los Oscars, pero al final no quedó entre los nominados. Esta es la canción con la que acaba: el tema con el que Peaches y otros músicos (entre ellos, The Knife, Lykke Li, Jake Scissor Sisters y JD Le Tigre) dieron a conocer la campaña de firmas por la liberación de las Pussy Riot en Change.org.

Y mientras tanto, siguen las protestas pro-homosexuales, bisexuales y transexuales en Sochi. Ahí hasta Google se ha mojado.




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