miércoles, 31 de octubre de 2012

Las dos últimas

Las dos últimas películas que he podido ver en el primer In-Edit sin naranja-mix (o sea, sin cócteles gratis: excepto el día de la inauguración, y posiblemente el de la clausura, los gin-tonics han sido de pago) son una de la última sesión de ayer y una de la última sesión de hoy: es lo que tiene trabajar por la tarde.

La de anoche está en la sección oficial: "Grandma Lo-Fi", o "Que no te pare la edad". La señora Sigríður Níelsdóttir comienza una andadura musical a la tierna edad de 70 años, cuando recibe de su hija una cadena de música, y no para de componer: 59 álbumes con seiscientas y pico canciones en siete años, hechas con las dos pletinas de la cadena, cintas cassette usadas, un teclado tipo Casio de esos con ritmos preprogramados (como el ska, que no sabe lo que es...)



...y una serie de utensilios de cocina, instrumentos de juguete y agua del grifo. Se lo guisa todo: grabar (primero en la cocina, luego en el salón), componer (algunas de sus letras son sílabas sin sentido: ¿se conocían ella y Sigur Rós?), hacer la portada, fabricar, distribuir.


El resultado es, cuando menos, curioso, y fans suyos mucho más jóvenes, como múm, aparecen glosando su vida en forma de canción (con música compuesta por la abuela, cómo no).



En un momento dado, se cambia de ciudad y deja de hacer música para pasar a hacer collages: tropecientos mil, como canciones hizo. Murió el año pasado, y no paró de crear y crear.

En el documental, ella habla de su vida y su música. Comienza diciendo: "Yo soy medio danesa medio alemana; me he hecho islandesa. También viví ocho años en Brasil, país que llevo en el corazón, y mi hija está casada con un brasileño. Entonces, ¿qué soy yo?" En medio de tanta cuestión identitaria, esto es muy refrescante. Una joyita de película.



Y la de esta noche: "Lawrence of Belgravia", donde la cámara sigue a Lawrence, el de Felt.



Se le ve haciendo un disco con su banda actual, Go-Kart Mozart ("tocamos en cualquier garito, da igual si es peligroso"), con el batería de Felt ("lo hace gratis") y el autor del siguiente hit noventero al bajo:



La música de la película es el tontipop de Go-Kart Mozart prácticamente en su totalidad. Aquí en directo, con Lawrence y su sempiterna gorra: en la película le quieren convencer para que cambie de sombrero, pero no lo consiguen.



Lawrence actúa con su banda en París; le echan de su piso (no gusta su estilo de vida a los vecinos), entra a uno nuevo, lo pinta, se pregunta si Lou Reed ha cogido alguna vez una brocha, viaja en metro, se queja de que viaja en metro porque no es ninguna celebridad; desea ser una celebridad, pero él no cede a las exigencias de la fama, pero igualmente lamenta que no sea una celebridad; querría conocer a Kate Moss y abrir una cuenta juntos, ella con sus millones y él con su subsidio; y se pregunta por qué su música no tiene éxito; sobre Felt, tiene la teoría de que no se hicieron famosos porque no gustaron a John Peel. Se niega en redondo a reunir a Felt. Vende su guitarra de Felt por 200 libras. Es un amante del vinilo: la música, dice, no está hecha para estar envuelta en plástico (¿sabrá lo que es un mp3?). Antepone la banda a la amistad. Sobre su vida, apenas suelta prenda. Parece que sigue un tratamiento con metadona (la película muestra cajas, así como informes donde se menciona uso de heroína y enfermedad mental), pero él no dice ni mu. Me acabo de enterar de que sólo es un año mayor que yo: está muy avejentado. Y con todo, la película funciona: el personaje es tratado con cariño y humor.



Y aquí acaba mi In-Edit con acreditación. Me pierdo la de Ornette, la de Luke Haines, la de Joan Chamorro con los chavalillos de Sant Andreu, o la de Julien Temple sobre Detroit, como manda la tradición de perderme pelis: ver todo es imposible. Pero si a alguien le cae del cielo una entrada para lo que queda y tiene que elegir una, la imperdible-imperdible sería "This is Spinal Tap". En dos palabras: des-cacharrante. Básicamente porque cualquier parecido con la realidad no es ninguna coincidencia.

Por otros diez años, por lo menos.


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