sábado, 7 de enero de 2012

Vivo retrospectivamente, hey



Un artículo en El País de hoy trata del continuo revival que todavía continúa en la década de los 10 del siglo XXI (¿llegaremos a hacer revival de cuando hacíamos revival?). El cual artículo nos remite a otro del Vanity Fair que contrasta los adelantos tecnológicos con el parón general en la cultura popular, donde, como dice el autor, en lugar de crear lo nuevo consumimos el pasado, ese país extranjero donde no había facebooks ni youtubes y sí discos y cassettes (que también regalábamos). Hasta tal punto que no hay en cultura popular tanta diferencia entre 1990 y 2010 como la que hubo entre 1950 y 1970. (Con escasas excepciones fuera de la tecnología, como las series americanas: de "Falcon Crest" a "Friends" a "The Wire".) Casualmente, observa el autor del artículo de Vanity Fair, hace 20 años publicó Fukuyama su libro sobre el fin de la historia.



Been there, done that mashup, que dice el del Vanity Fair. Vaya, no me estoy sintiendo como si fuera la única carroza carca del mundo mundial. Pero es bien triste que la cosa no vaya para adelante y nos quedemos en el vintage.

Ambos artículos apuntan a la crisis como causante. Aquí una cita del artículo del País:
en medio de la crisis económica el pasado se identifica con lo auténtico, con una tabla salvavidas en medio de la tormenta de ese progreso que ya dejó de ser sinónimo de mejora. Nadie está para demasiadas alegrías. Menos, si, como decía el crítico de arte Harold Rosenberg, padre del expresionismo abstracto, "todo arte profundamente original es, en un principio, percibido como feo". Y lo feo, ya se sabe, no vende a la primera. Andersen achaca estos síntomas al hecho de que, "como cualquier otro sector capitalista, la gigantesca industria de la cultura y el estilo busca lo estable y predecible".
¿Qué cómo quéééééééééééé???!!!

La mayor crisis hasta la fecha fue la del crack de 1929. A la cual siguió la década de los años 30, una década mortalmente aburrida, con recicladores de cuarta, en todas las artes, del calibre de los músicos y artistas que lista aquí la Wikipedia. Sólo en música popular, y a través de la nueva tecnología de la época, la radio, los años 30 dieron al mundo, por dar unos ejemplos, cortaypegas de chichiná como el swing...



...fabricantes de standards del jazz de medio pelo con supuestos artistas a juego...



...cierto gitano belga que inauguró el reciclado déjà vu conocido como jazz manouche...



...la popularización de la samba y su derivación en géneros tan derivativos como la samba-exaltação...



...y tres cuartos de lo mismo por lo que respecta a la música cubana: aquí un vídeo de 1930 donde canta un tal Machín.



Y el endiablado blues del delta.



Y eso es sólo una pequeña parte de lo que dio de sí musicalmente una crisis más vieja que las maracas de Machín.

Mientras tanto, en la crisis de la actualidad, y siguiendo con el artículo del País,
"Todo el mundo quiere triunfar y, para innovar, debe haber gente dispuesta a no hacerlo. Por eso parece que volvamos siempre a lo mismo, porque avanzar es arriesgar", explica Thomas Frank, crítico cultural estadounidense.
El artículo pone como ejemplo de ello a Adele. Que, con la que está cayendo, vende discos como rosquillas. Y además, no muerde.

En fin. Estamos comenzando 2012. Nos queda todo el año y el resto de la década. Los carrozas carcas con fe en la capacidad del humano de emocionar con su creatividad, aun con la prima de riesgo elevada, quedamos a la espera.

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