martes, 24 de enero de 2012

¡Viva yo!

Hoy sale un artículo superinteresante donde Xavi Sancho analiza una tendencia mostrada en un estudio de la universidad de Harvard: que los fans del indie tienden a abandonar grupos favoritos cuando encuentran que sus amigos son fans de dichos grupos.

Así somos, así hemos sido. En su libro "Mil violines", Kiko Amat cuenta la anécdota del amigo que le viene con "el primer disco" de "un grupo nuevo" que seguro que le gustará porque "le gusta la música". ¿El disco en cuestión? "Out of Time", de unos tales R.E.M. (pronunciado "rem"). O sea, el disco de "Losing my Religion" tan superpopular. Tan superpopular que, concluye Amat, dejaron de ser "sus" R.E.M. para pasar a ser "los R.E.M. de todo el mundo": unos "vendidos".

Ahora que lo pienso, esto no es tan diferente de mi huída por patas de cualquier tema superpopular, incluido el "Losing my Religion". Ahí lo pongo, aunque eso no me quite de ser una esnob.



Pero a lo que va Sancho es que este esnobismo se ha elevado al cubo: ya no es que "tu banda" se convierta en superpopular, es que a tu amigo le guste. Dice:

Y ahí tal vez se encuentra la verdadera razón de la fragmentación de los gustos del público, de la muerte de la escena, de la deslocalización de los movimientos. Internet nos ha dado los instrumentos para comportarnos así, ofreciéndonos no solo la opción de escuchar lo que queremos cuando queremos, sino también dándonos la posibilidad de exhibir nuestra realidad, de promocionar nuestra biografía. Así, el nicho podría surgir más del individualismo exacerbado que de una voracidad consumista jamás vista antes. A la vez, las infinitas posibilidades que se nos ofrecen para customizar nuestra vida han provocado que creamos que nos hemos convertido en la medida de todas las cosas. Cada vez que vemos o leemos algo que no encaja con nuestra realidad tendemos a tomarlo como una falsedad, como otro lugar común.

Y así andamos: como decía la Mala Rodríguez, "Y otra vez yo, yo, yo, yo y yo, y más yo...") Mucho yo-yo...


...tanto que, según un comentario al artículo, "los periodistas musicales intentan asegurarse un trabajo, a todas luces innecesario": no hace falta periodismo musical porque yo y yo (bueno, dice "nosotros los melómanos", en alusión a la web Rate Your Music, "la mejor enciclopedia musical de la historia" nada menos) tenemos criterio. Yo entiendo que lo uno no quita lo otro (ejemplo palmario: Kiko Amat, defensor a ultranza de la crítica desde el yo en oposición a lo que encontraba en "todos esos nombres ubicuos de Radio 3 y las revistas oficiales" de los 70, pero periodista musical él mismo en los muy oficiales Rockdelux y La Vanguardia); lo que pasa es que yo, yo, soy una carca carroza anticuada.



Pero avisa, citando al periodista David Barba: "mientras nos distraemos midiéndonos las pollas, alguien muy grande y poderoso se prepara para darnos bien por culo". Para, a continuación, colocar una foto de la Thatcher (una santa como don Manuel, qepd, por lo que parece.)



Aquí una muestra (más) de que hay malos tiempos para la lírica: con esta bonita declaración me he despertado esta mañana.

Da igual: me podrán porculizar, pero como yo, nadie. ¡Viva yo!



No hay comentarios:

Publicar un comentario